sábado, 4 de junio de 2011

5 notas sobre #GH2011

1. Veo #GH2011. La relación con los consumos culturales de los sujetos (entre ellos yo) que tienen como ejes de su identidad y sociabilización las facultades de Ciencias Sociales (#fsoc) o Filosofía es, en mi opinión, uno de los puntos más patéticos de esos “ámbitos”. El sentido común de los mediocres de esas facultades se niega a ver, o reconocer ver, este tipo de programas masivos. Profesionales que tienen como objeto de estudio, entre otras manifestaciones sociales, la televisión, sostienen la actitud adolescente del VideoMatch vs. CQC (originalmente escribí CGT, #fail). La basura televisiva, aquello sobre lo que se ha generado consenso respecto de su estatus basuril, es negada como consumo cultural. Hacen falta atenuantes para reconocer “veo GH”. Será que, por más cientistas sociales que seamos, nadie labura analizando algo que no puede disfrutar de alguna manera y la disciplina de las aulas nos ha enseñado a hacerlo con culpa.

Entonces, dado que miro GH 2011 y debería ser algo así como un lector crítico de él, escribo un par de comentarios al respecto acá, algunos bosquejos pasibles de ser profundizados. Limitado entre la falta de ritmo de lectura y el alejamiento del ámbito académico (por un lado) y por la constante exposición a consumos culturales de lo menos estimulantes (por otro), haré lo posible por decir algo mínimamente interesante, #excusas. Sabrán comprender, todo lo que escribo me resultan en algún punto, obviedades.

Inspirado por la buena nota de Mariana Enriquez (Suplemento Soy, Página/12) me lanzo a la caza de algunas cosas que fui pensando mientras miraba el show el último mes y algo.


2. Sexualidad en GH2011. La nota de Mariana Enriquez repasa muy bien el derrotero del tema sexualidad en la casa de Gran Hermano. Sólo algo que agregar, tal vez ya dicho por ella misma de otra manera: creo que, tanto en GH como fuera de él, aquel dispuesto a performar cualquier tipo de discriminación por elección sexual, dada la inscripción en una formación discursiva dentro de la cual los enunciados discriminantes (negativamente) están vedados, choca contra la imposibilidad misma de la discriminación. Cualquier comentario respecto de la sexualidad de una persona debe ser suavizado, edulcorado, atajado, por otro comentario previo.

Muy probablemente la misma Ley de Matrimonio Igualitario sea, no sólo el resultado de la lucha militante de los movimientos que la motorizaron, no sólo el resultado del apoyo del bloque oficialista a dicho proyecto, sino también uno de los tantos fenómenos que emergen en un campo discursivamente fértil para su emergencia. Más claramente: el orden discursivo se ha reorganizado de tal manera en los últimos años que el lugar de la verdad ha pasado a ser ocupado por el respeto a la diversidad sexual. En este marco la Ley se torna posible y ella misma refuerza la estabilidad de lo decible y lo no-decible en la argentina actual. Ya no está tan copado andar diciendo a boca de jarro “putos de mierda” o expresiones por el estilo. Al menos en Capital Federal y las ciudades más grandes. En este marco, la corrección política, el insertarse como sujeto enunciativo en un colectivo social, implica respetar estas nuevas normas mínimas de convivencia. Ser anti-puto es sólo posible en algunos ámbitos como las canchas de futbol, los talleres de autos (estoy prejuzgando pero en fin) y algunos otros donde la definición de la masculinidad no ha sido tocada por la varita del progresismo porteño.


3. Todo reality es una ficción. Tal vez la más profunda de las obviedades que puedo llegar a decir. La oposición entre reality y ficción televisiva responde más a una estrategia de diferenciación, de construcción de un producto nuevo que a un hecho. El punto central de toda ficción es su estructura de relato, sin él tendríamos una secuencia insoportable de palabras y gestos que no llevan a ningún lugar, descripción. El reality estructura un relato a partir de una serie de condiciones distintas a las que supone una ficción televisiva. Esas condiciones son: tener 20 pibes, personajes relativamente ricos en historias personales y/o características de personalidad, diversos entre ellos. No tanto. / meterlos en una casa, de la cual sólo pueden salir renunciando a la motivación monetaria final / grabar todo lo que suceda allí dentro. Una vez obtenido esto se trata de construir relato con cada pequeño detalle que suceda allí dentro, si lo que sucede resulta por demás chato se procederá a patear un poco la pecera (fiestas con alcohol, cartas con habilidades especiales, poner en juego el presupuesto para viveres, limitar el uso del baño, hacer entrar nuevos participantes, etc.).

Lo que el espectador consume en este tipo de shows no difiere mucho de aquello que consume, al menos –o sobre todo- en la Argentina, cuando ve una ficción televisiva tradicional. Hay personajes, hay historias, hay conflictos, idas y venidas, historias de amor, de odio, alianzas, traiciones, aventuras, humor, ridículo, pateticidad y como si todo esto fuera poco, una falta increíble de capacidad intelectual por parte de los personajes, tornando el espectáculo no sólo un entretenimiento sino la vidriera de un local de personajes respecto de los cuales nos podemos sentir superiores, todo casi gratis y en horario central. De todas formas, esto no supone la ausencia de diversidad en los personajes, los hay inteligentes, divertidos, queribles y los hay ganadores (ninguno de los anteriores generalmente). En estos existe la potencialidad de la identificación y por tanto la potencialidad de que ganen el juego.


4. Poder de abstracción, conociendo las estructuras. La semana pasada GH2011 vio peligrar su éxito cuando el famoso Cristian U (@CristianUGH2011) decidió abandonar la casa por propia voluntad. Cristian U, un ex-ludópata con miles de seguidores, fue hasta su salida el único de los personajes que logró leer las estructuras de funcionamiento del juego. Probablemente el único personaje con capacidad de abstracción en la casa, utilizó todas las herramientas existentes dentro del reglamento para avanzar en el juego junto a sus aliados, bajando uno a uno sus enemigos. Muy mal visto dentro de la casa (donde se construyó el sentido común fashuto de que jugar estaba mal) Cristian U fascinó a miles de fanáticos por la sencilla razón de que tornaba entretenido una montonera de niños bien (o proyecto de) que se paseaban por la casa y el confesionario con moralinas varias y una inocencia que en el caso de no serla, tampoco era una buena estrategia. Se produjo en este enfrentamiento EL conflicto de esta historia.

Frente a la salida de Cristian U los enfrentamientos quedaban diluidos y se volvió a lo esperable de una juventud cuasi menemista, que atrasa, negadora del conflicto, la discusión y la toma de posiciones. Un conjunto de personajes que por cuenta propia no lograban leer más allá, pensar la estructura de la cual son parte, conocer el juego, saberse un tipo de jugador, organizar una estrategia, llevarla a cabo sin vacilaciones ni miramientos morales. Puede leerse, en los comentarios, las actitudes, una incapacidad para la anticipación, la planificación, justificada por el voluntarismo de no querer jugar.

La chates a la que el programa se dirigía, salvo milagroso despertar de alguno de los que permanecía dentro de la casa, fue maravillosamente saldada por la producción del programa. No sólo lograron hacer entrar nuevamente a Cristian U, sino que con él mandaron nuevamente adentro a Emiliano (@emilianoGH2011), un puto insoportable que puede aportar al juego; a Gisele (@GiseleGH2011), moralina andante con potencialidad para el juego también; y Rocio (@RocioGH2011), tapa de Playboy la semana pasada. Ya con el diario del Lunes (no sólo los que estaban afuera, sino todos los que están adentro: dado que ahora podrán comentar lo que sucede afuera quienes acaban de reingresar) el juego parece estar en primer plano finalmente. Aquellos que salieron y volvieron a entrar parecen haber comprendido finalmente que esto se trata de un show televisivo, que la morisqueta es más necesaria que la queja y que lo que pase adentro de la casa podrá llevarte a la placa, pero si caes bien entre los espectadores tenes posibilidades. Y quienes no salieron recibirán una dosis de información y una sacudida de parte de quienes entraron que les permitirá comenzar a leer un poco más el funcionamiento del juego, los recovecos del reglamento, asumirse como ratoncito y darle vueltitas a la rueda apuntando a los 400 mil pesos de premio.


5. El poder de la “gente”. Una vez más asistimos al gesto populista de denominación de “la gente” ama y señora de los designios del programa, de los personajes, del país. Ese sujeto colectivo que no existía, que era acumulación de individuos que excepcionalmente se encontraban en La Gala para apoyar a uno u otro personaje ha comenzado a modificarse con la irrupción de las redes sociales. El inexistente colectivo “la gente” se empezó a organizar, comenzó a armar grupos de Facebook, a hablar por Twitter y a producir acciones conjuntas (seguidores de Cristian U se organizaron para votar a uno de los personajes que lo enfrentaba en la placa y así no diluir sus votos entre dos oponentes a Cristian U). Es un poco irse a la mierda señalar esto como el principio de una organización política, pero cabe destacar que asistimos al comienzo de un fenómeno tan raro como “militancia televisiva”. El fan organizado. Ya se han visto este tipo de expresiones en las ficciones de Telefé con Pablo Echarri a la cabeza y la finalización de los ciclos en teatros donde la fanaticada expresa su pasión por el producto televisivo. Pero la incidencia del espectador (más allá del raiting) en GH es más profunda aún y será interesante analizar que voto televisivo y voto político comienzan a relacionarse con el par organización de fans televisivos, organización política. Lo que me molesta un poco es la GarciaCanclinada que me estoy mandando, sin embargo me parece interesante tener como objeto a pensar este fenómeno. Se podría pensar, junto a Canclini, la relación consumo-voto o el voto como consumo, particularmente en un momento de la política nacional donde el resurgimiento de la militancia política parece estar separando el voto del consumo, y acercando a aquel a una experiencia social y política más rica y comprometida.

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