viernes, 21 de septiembre de 2012

Palomar abierto a Mirta Colángelo



Querida Mirta, te escribo un último palomar, un poco a vos, un poco a los que quieran leer esto. Recuerdo que te vi por primera vez cuando tenia 14 o 15 años. Fue en el juzgado de Chiclana, en los juicios por la verdad. Luego, o antes pero en esos mismos días, te vi en una lectura de poesía organizada por la revista Vox. No recuerdo cuando fue la primera vez que te hablé. Mi vieja laburaba con Heriberto, y me habia ayudado a contactarte, pero era tímido y pasaron meses hasta que finalmente nos pusimos a charlar. Luego nos hicimos amigos, algo que me resultaba inverosimil por nuestra diferencia de edad pero que me enseñaste a disfrutar, como tantas otras cosas. Me encantaba pasar esas tardes en tu casa, tomando cafe, rodeados del aroma de ese jazmin que tanto te gustaba. Eran tardes de juegos, de juegos con palabras, ideas, imágenes, pájaros. Voy a extrañar los intercambios por email, que vos llamabas "palomares" y que escribías siempre con la letra en violeta.
Cuando yo ya vivía en Buenos Aires, recuerdo que me contabas tu descubrimiento de un grupo de franceses que saliá a susurrar poesía por la calle y que lo acababas de probar en el MAC de Bahía. Recien arrancabas con aquello con lo que has logrado contagiar a muchos hoy.
Hiciste de la literatura, de la magia de la palabra, tu vida. Me enseñaste a despejar lo irrelevante del mundo, de ir, poesía en mano, a lo importante... y tenias la capacidad de llevar a todos hacia allí. Conmigo lo lograste, a puro cuento e intercambio de experiencia me hiciste reconocer la belleza de una hoja, saborear el placer de la espera y maravillarme con los detalles de un día que se parecía a cualquier otro.
Recuerdo cuando me contaste una vez cómo le susurraste poesía a un taxista porteño que manejaba a pura queja sobre la vida y su mujer. Pelaste tu tubo y le dijiste "pan es pan, queso es queso, no hay amor si no hay un beso". Le cambiaste la cara al taxista que al llegar al semáforo sacó una libretita, te pidió que lo repitas y lo anotó para decírselo a la mujer. De ese tipo de anécdotas estaba llena Mirta, producia esas pequeñas intervenciones sobre el mundo, ponia esas pequeñas palancas que al tirarlas modificaban todo.
Otra vez, que la tenian que operar y tenia miedo en el momento previo, me contaba que habia comenzado a recitar poesías. Hasta que los anestesistas y asistentes comenzaron a recitar las poesías que tenian en su memoria.... eso lograba Mirta, contagiaba las ganas de vivir, la mirada extrañada sobre el mundo. Por suerte ha contagiado a muchos en su camino por Bahía, en su paso por el Patronato de la Infancia... dónde literalmente le cambió la vida a cientos de pibes.
Te cuento, Mirta querida, que hace poquito tuvo un hijo que me hubiese encantado conozcas, se llama Gael y sospecho que te hubiese gustado el nombre. Me entristece saber que nunca podrá escuchar uno de tus relatos, pero trataré de inculcarle el amor por la literatura y el arte que le llevaste a tantos pibes en tu paso por este mundo.
Te voy a extrañar mucho Mirta querida, te llevaré siempre conmigo. Te quiero mucho, hasta siempre,

Pablo

PD: por acá comienzan a florecer los jacarandás que tanto te gustan!

domingo, 29 de abril de 2012

"La Nueva Provincia fue el estructurador del relato oficial en la dictadura"

Publico acá la entrevista completa hecha por Raúl Arcomano para esta nota de Miradas al Sur.





Raúl Arcomano (Miradas al Sur): - ¿De qué manera colaboró el diario con las autoridades militares de la dictadura en Bahía?
Pablo Elián Carrasco: De dos maneras: 1. El caso de Enrique Heinrich y Miguel Ángel Loyola es uno de los puntos claves para pensar responsabilidades civiles en el caso LNP. Ambos eran obreros del diario y representantes del Sindicato de Artes Gráficas de Bahía Blanca. Fueron secuestrados, torturados, fusilados, y días más tarde hallados a unos kilómetros de la ciudad. Más allá de las opiniones vertidas en las páginas, en este caso se trata de evaluar una eventual complicidad de la empresa con el aparato represivo para sacarse de encima a quienes militaban por mejores condiciones laborales al interior del diario.

2. LNP fue parte fundamental en la conformación de un clima fértil para accionar ilegal de la represión de la dictadura. Digamos que para el ciudadano medio de la ciudad, el diario no sólo fue parte importante de la conformación de su imaginario, su estructura valorativa y política, sino que durante la represión, constituyó un estructurador fundamental del relato que se cerraba sobre los hechos de cada día. Una explosión escuchada en el barrio, la irrupción de un grupo de tareas en plena calle o el rumor de que se habían llevado a tal, encontraba al otro día en el diario el relato oficial, el diario era el que daba los elementos para terminar de interpretar esa realidad. Y esa historia era monitoreada por el régimen, la historia que le daba el sentido que la dictadura quería se contaba en las páginas de LNP.


Mi opinión personal es que ambas responsabilidades deberían ser juzgadas. La responsabilidad de la cúpula de LNP en el caso de Heinrich y Loyola deberá ser investigada por la justicia. Además, LNP cumplió el rol de legitimar frente a la sociedad los asesinatos que producía la represión, eso también es de una gravedad inmensa.



RA: - ¿Ese apoyo desde las páginas del diario llegó, en algún caso, a ser más explícito?

PEC: El apoyo al régimen fue explicito desde antes del golpe, cuando se instaba a los militares a tomar el poder. A partir del 24/03/76 el subtexto de lo que leemos en LNP es “el país está volviendo a la normalidad”, se presenta al régimen como un gobierno que viene a traer el tan ansiado alivio que los argentinos necesitaban.

Para LNP el régimen militar lleva adelante una guerra de pacificación del país. Durante la dictadura esto es algo que se lee todos los días en el diario, una gran maquinaria de interpretación cómplice de todo lo que hacia la dictadura a nivel local y nacional.


RA: - ¿Por qué ya en democracia el diario siguió -y sigue- apoyando y cubriendo a los asesinos de la dictadura?
PEC: Así como el advenimiento de la democracia no eliminó del Ejército de un día para el otro a las estructuras ligadas a la represión, tampoco LNP cambió tanto. Si podían decir lo que decían en dictadura no veo por qué no lo seguirían diciendo en democracia. Me dirás, porque la sociedad es otra, porque hay instituciones democráticas que favorecen otra visión, bueno… en Bahía el proceso de reconstrucción de la memoria no ha sido motorizado como a nivel nacional, tal vez allí radique una pequeña explicación.
LNP es un diario similar a “La Nación”, que en su primer editorial en 1870 decía de sí mismo que era una “Tribuna de doctrina”. En ese momento los diarios eran partidarios, muy ligados a un conjunto de ideas que pretendían difundir. LNP tuvo ese rol desde su fundación, y en el tema dictadura militar aún lo tiene. Tampoco creo que no haya cambiado nada a lo largo de los años, pero en el caso “dictadura del 76” la línea editorial y ese rol de “Tribuna de doctrina” se mantiene.
En términos generales hoy forma parte de un multimedio-empresa que mantiene buenos vínculos con la estructura productiva de la ciudad (puerto-polo industrial), de quienes recibe pauta, y que siempre ha sido receptor de pauta oficial.


RA: - En líneas generales, ¿cómo es tomado el diario por la comunidad bahiense?
PEC: Si me preguntabas hace 15 años te hubiera dicho que muy bien, hoy la situación no es ideal pero tampoco idéntica. Las editoriales del diario suelen escandalizar al progresismo, o incluso a la derecha, porteña. Durante los ’90 eran muy pocos los que repudiaban esas editoriales en Bahía. Se podría decir que la sociedad bahiense no ha repudiado en su conjunto este tipo de expresiones. Las razones son muy complejas: un gran desinterés por la política, la falta de repudio y de políticas culturales de los gobiernos locales, incluso coincidencia ideológica. LNP es y ha sido fundamental en la construcción del imaginario bahiense, y detenta el monopolio de la prensa escrita y el virtual monopolio del resto de los medios. Es uno de los actores más relevantes a la hora de pensar la sociedad bahiense. Las condiciones de lectura no son las mismas en Bs.As. que en Bahía Blanca, eso puede comenzar a explicar la existencia de esta línea editorial.
Lo que quisiera destacar es que desde unos años a esta parte el repudio a la postura del diario ha crecido notablemente. Creo que el nuevo clima de época en el que estamos, la revalorización de la política como herramienta para la transformación y la pérdida de cierta inocencia respecto de los intereses de los medios, ha tenido impacto muy positivo sobre la sociedad bahiense. En ese contexto han comenzado a ganar espacios y visibilidad voces de repudio que eran impensadas hace poco tiempo.
Durante años el relato de LNP ha puesto en el olvido a las luchas populares, dando la imagen de una Bahía apolítica que está lejos de la realidad. Hoy se abre un horizonte en el que se puede pensar en darle voz a quienes nunca fueron citados en LNP. Porque no se trata simplemente de lo que LNP diga o deje de decir, de última que eso exista no es el problema. Lo central es que la sociedad bahiense ha sido durante muchos años campo de emergencia del diario, ha sido terreno fértil a sus expresiones. De lo que se trata es de generar nuevas condiciones, abrir el campo a nuevas voces, rodear ese discurso  de LNP con organización popular y democrática, para que se vayan conformando otras condiciones en las que lo que dice LNP sea algo raro, marginal. Parte de ese trabajo es reinvindicar más a Heinrich y Loyola, y menos a Massera y Roca, en un proceso de ir contando la otra historia de la ciudad.

El boletín oficial de los que adoran a la dictadura






El diario La Nueva Provincia cuestiona desde sus páginas los juicios de lesa humanidad y defiende el accionar represivo. Su rol durante el terrorismo de Estado.

El último exabrupto ocurrió hace unas semanas, al día siguiente de la muerte del secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde. “El difunto abogado pasa hoy por haber sido un gran defensor de los derechos humanos. Lo fue, sin duda: de los derechos humanos de los terroristas del Ejército Revolucionario del Pueblo –de quienes resultó animoso defensor–, de los de otras organizaciones subversivas y de las víctimas de la represión de Estado”, publicó La Nueva Provincia. El diario decano de Bahía Blanca puso de manifiesto así, una vez más, su histórica línea editorial: defensa irrestricta de los postulados criminales de las Fuerzas Armadas –en especial los de la Armada– y ataque a los juicios de lesa humanidad y a quienes combatieron el terrorismo de Estado. No es la primera vez que sufren hemorragia verbal: tuvieron la misma actitud cuando murió el ex almirante Emilio Eduardo Massera, al que casi pusieron a la altura de San Martín, o cuando fueron enviados a la cárcel los principales represores de la Esma y consideraron que habían sido “injustamente condenados”.
La Nueva Provincia pertenece a la familia Massot. Entre 1956 y hasta 2009 fue dirigido por Diana Julio de Massot. Tras su muerte, su hijo Vicente tomó las riendas del diario. Podría decirse que Vicente Massot es el principal referente de la derecha vernácula. Antecedentes tiene en la materia: cuando era un purrete de 18 años años, en 1972, dirigió por tres años Cabildo. Una revista que era –es– antisemita, ultracatólica y entonces corría a la dictadura por derecha. En la presidencia del riojano que gobernó en los ’90 Massot fue viceministro de Defensa. Tuvo que abandonar el cargo por hacer una defensa de la tortura. Massot sigue negando que haya dicho lo que dijo. Hace unos meses, sin embargo, en una entrevista con La Nación se preguntó: “¿Alguien conoce una guerra en donde uno de los bandos en lucha haya decidido perder por no violar un derecho? Es lo que sucede en una guerra civil y sucia: el enemigo siempre es criminal. Y que esos errores y horrores son una particularidad de toda guerra civil y sucia.”
Es interesante recorrer la vida del diario bajo el mando de Diana Julio de Massot. La necrológica de su muerte es un buen resumen del diario: “Vocero inclaudicable de las mejores tradiciones argentinas”, como se definieron. Se lee: “Convencida de sus razones, defendió la legitimidad de la revolución del 16 de septiembre de 1955 en contra del régimen instaurado por Perón”. En 1966, la señora y su medio apoyarían otra dictadura: “La Nueva Provincia apoyó críticamente el derrotero de la Revolución Argentina, sobre todo durante la presidencia del general Juan Carlos Onganía”. Diez años después el diario siguió fiel a sus convicciones: “El 24 de marzo de 1976 consideró que era un deber ineludible respaldar la acción militar de las Fuerzas Armadas. Hasta el final de sus días reivindicó aquella acción.”
El rol cómplice de La Nueva Provincia no se limitó a dar apoyo desde sus páginas. También se investiga su rol en la desaparición de dos obreros gráficos. Enrique Heinrich y Miguel Ángel Loyola fueron catalogados por la empresa como “la infiltración más radicalizada del movimiento obrero”. Los secuestraron el 30 de junio de 1976 y sus cuerpos aparecieron cuatro días después maniatados, torturados y despedazados a tiros. El diario sólo publicó unas líneas del hallazgo de los cuerpos y nunca más habló de los hechos. “Este caso es uno de los puntos claves para pensar responsabilidades civiles en el caso de La Nueva Provincia. Más allá de las opiniones vertidas en las páginas, en este caso se trata de evaluar una eventual complicidad de la empresa con el aparato represivo para sacarse de encima a quienes militaban por mejores condiciones laborales al interior del diario”, dice a Miradas al Sur Pablo Elián Carrasco, investigador de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
Carrasco está indagando la complicidad del diario con la dictadura. Para él, fue parte fundamental en la “conformación de un clima fértil para el accionar ilegal de la represión”. “Para el ciudadano medio de la ciudad el diario no sólo fue parte importante de la conformación de su imaginario, su estructura valorativa y política, sino que durante la represión constituyó un estructurador fundamental del relato que se cerraba sobre los hechos de cada día. Una explosión escuchada en el barrio, la irrupción de un grupo de tareas en plena calle o el rumor de que se habían llevado a tal, encontraba al otro día en el diario el relato oficial. El diario era el que daba los elementos para terminar de interpretar esa realidad. Y esa historia era monitoreada por el régimen, la historia que le daba el sentido que la dictadura quería se contara en esas páginas”. El investigador sostiene que ambas responsabilidades deberían ser juzgadas. “La responsabilidad de la cúpula de La Nueva Provincia en el caso de Heinrich y Loyola deberá ser investigada por la Justicia. También el rol legitimador frente a la sociedad de los asesinatos que producía la represión. Eso también es de una gravedad inmensa.”
El fiscal federal de Bahía Blanca, Abel Córdoba, buscó avanzar en la responsabilidad del diario con la represión. Intentó allanar el archivo del diario, pero el pedido fue rechazado por el juez de primera instancia. Y luego ese rechazo fue confirmado por la Cámara. Hasta llegó a salir un comunicado de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) repudiando el pedido. “En mi convicción, ahí se perdió una gran oportunidad de dar con documentación de la dictadura”, afirmo Córdoba a Miradas al Sur. En el pedido de allanamiento, el fiscal argumenta que desde los editoriales de La Nueva Provincia, los hombres de armas fueron llamados a poner fin al “desquicio” representado por el gobierno de María Estela Martínez de Perón. “Una vez que esto ocurrió, los editorialistas mostraron su satisfacción frente al inicio de la nueva etapa y convocaron a la población a cerrar filas sobre las Fuerzas Armadas.”
Ejemplos sobran. El 24 de marzo de 1976 publicaron: “Nada de rodeos cuando llegue el momento –y ha llegado– de abandonar el profesionalismo aséptico y establecer la primera y fundamental distinción de una política revolucionaria: la del amigo-enemigo. A la violencia destructora y asesina es necesario responderle con una violencia ordenadora”. Y al día siguiente: “Los que crean que las FF.AA. por sí solas van a arreglar este desquicio se equivocan de largo a largo. Constituyen nuestra reserva –moral y espiritual–, pero necesitarán, y Dios sabe cómo, que esa ciudadanía no ponga piedras ahora en el camino”.
“La Nueva Provincia fue parte activa en la aplicación de lo que se conoce en los manuales del Plan de Exterminio como ‘acción psicológica’. Artículos sobre falsos enfrentamientos mostrados como reales junto a comunicados de los militares sobre los que redactaban las notas al respecto. Además de fotografías de las víctimas sobrevivientes o no que eran realizadas por los servicios de inteligencia y los únicos que las publicaban eran ellos. Editoriales que promovían la represión sin contemplaciones”, señala Eduardo Hidalgo, titular de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Bahía Blanca. Hidalgo recuerda dos anécdotas: “Cuando pasaron a retiro al ex general fallecido impune Adel Vilas le dieron el rango de ‘amigo inolvidable’. O cuando enjuiciaron y condenaron a Videla y armaron una caravana para entregarle una plaqueta de reconocimiento”.
El fiscal Córdoba sostiene que las evidencias del horror y sus secuelas “parecen ser insuficientes o irrelevantes para los escritores de La Nueva Provincia”. “Al igual que aquel 24 de marzo, sus páginas siguen siendo usadas para defender lo inaceptable.” Por ejemplo, la del 30 de octubre de 2011. Luego de la condena a 17 ex marinos de la Esma, escribieron: “Para neutralizar primero y abatir luego a quienes expresamente postulaban, en la década del setenta, la guerra como atajo revolucionario y la consigna de matar y morir como lema de militancia, algunos miembros de las FF.AA. –incluidos los oficiales de la Marina que acaban de ser injustamente condenados– recurrieron a métodos crueles. Pero más allá de los espantos de cualquier guerra, jamás renunciaremos a vocear a los cuatro vientos, para provecho de tantos desmemoriados, que por fortuna la guerra contra la subversión setentista se ganó.” Y el 9 de noviembre de 2010, cuando Massera bajó al infierno, el diario bahiense lo recordó como una persona que “demostró un espíritu abierto a la reconciliación y ajeno a todo sectarismo, que lo honra”. Su muerte, escribieron, despertó “la ira de quienes no saben perdonar y el odio de los que no pueden olvidar”.
¿Por qué el diario sigue apoyando y cubriendo a los asesinos de la dictadura? “Así como el advenimiento de la democracia no eliminó del Ejército de un día para el otro a las estructuras ligadas a la represión, tampoco La Nueva Provincia cambió tanto”, explica Carrasco, que es bahiense. Y da otro dato: “En Bahía Blanca el proceso de reconstrucción de la memoria no ha sido motorizado como a nivel nacional, tal vez allí radique una pequeña explicación”.
El investigador de la UBA destaca, de todos modos, un cambio. “Desde unos años el repudio a la postura del diario ha crecido. Creo que el nuevo clima de época en el que estamos, la revalorización de la política como herramienta para la transformación y la pérdida de cierta inocencia respecto de los intereses de los medios ha tenido impacto muy positivo sobre la sociedad bahiense. En ese contexto han comenzado a ganar espacios y visibilidad voces de repudio que eran impensadas hace poco tiempo. Hoy se abre un horizonte en el que se puede pensar en darles voz a quienes nunca fueron citados enLa Nueva Provincia. Se abre el campo a nuevas voces. Habría que reinvindicar más a Heinrich y Loyola, y menos a Massera y Roca, en un proceso de ir contando la otra historia de la ciudad.”.

domingo, 15 de abril de 2012

Lecturas Domingo 15-4: Lanata, YPF, Internacionales + música

sábado, 14 de abril de 2012

Lectura I. Girard. La violencia y lo sagrado

miércoles, 29 de junio de 2011

Los que faltan

Por Pablo Elián Carrasco*

Comenzaron los juicios a los represores del V Cuerpo del Ejército en Bahía Blanca. Para los familiares de víctimas del terrorismo de estado bahiense y para los militantes de los derechos humanos en esa ciudad, la oración con la que comienza este artículo tiene la fuerza de una vida. El inicio de estos juicios ha atravesado por largas dilaciones, jueces excusados, procesados prófugos y, sobre todo, ha llevado más de 25 años de lucha, en los que la opinión pública bahiense no ha acompañado con claridad.

En el acto de acompañamiento al inicio de los juicios, Enrique Gandolfo, titular de CTA Bahía Blanca, señaló que “Bahía no es solamente esa ciudad reaccionaria, sede de un diario fachista, como generalmente se la describe. Ambas cosas son ciertas pero también hay otra Bahía, la de la lucha obrera en Ingeniero White en 1907. La Bahía de los cinco mil obreros ferroviarios. La que resistió el golpe del ’55. La que el 30 de Mayo de 1969 paralizó la ciudad un día después del Cordobazo. La de Loyola y Heinrich, entregados a la dictadura por la patronal de La Nueva Provincia.”

Gandolfo permite ir más allá de la celebración de estos juicios. La importancia de este proceso iniciado el martes radica en la centralidad que tienen los juicios en la lucha por la construcción de la identidad bahiense, puja que marca los límites de lo posible/decible en esta ciudad.

El acto fue seguido por militantes de los derechos humanos, de partidos políticos y por estudiantes. Pero no estaba allí la clase media bahiense no organizada y, sobre todo, no estaban allí las clases populares bahienses. El campo de emergencia generado por la dictadura militar está aún actuando en esta ciudad. La complicidad civil y la indispensable complicidad mediática del diario local, desde el 24 de Marzo del ’76 hasta hoy, ha contribuido enormemente a ello, delimitado una serie de prácticas, una serie de subjetividades y una serie de reglas de exclusión que explican esas ausencias en el acto. El dispositivo represivo de la última dictadura militar no sólo desapareció a miles, sino que continuó actuando mediante otros dispositivos de disciplinamiento y producción de subjetividades que llegan hasta hoy. Faltan aquí aquellos que fueron secuestrados y desaparecidos, falta aquí gran parte de su generación, atemorizada o indiferente, y faltan aquí los que vivieron su juventud en los ’90.

El desafío para esta ciudad ya no pasa por lograr condenas a los culpables de delitos de lesa humanidad, que seguramente se logren, sino por constituir, a partir de los jóvenes, nuevos sujetos comprometidos masivamente con la lucha por los derechos humanos. Bahía Blanca carece de un progresismo activo, partidario o apartidario, que logre articular esa identidad con prácticas visibles en la arena pública. No hay unión entre una serie de ideas políticas progresistas, entre ellas el rechazo a la última dictadura militar, y una serie de prácticas relativas, entre ellas la presencia en las marchas del 24 de Marzo o actos como el del inicio de los juicios.

Esas luchas producidas en la ciudad, que bien enumeraba Gandolfo, no forman parte del fondo de memoria colectiva de sus ciudadanos, y deben hacerlo. Lo actuado por los medios locales, por la clase política, junto a un enorme hueco generacional producido por la represión, dan como resultado una sociedad que, salvo en los últimos años, ha carecido de manifestaciones culturales que permitan construir memoria. Además, la universidad es una usina de técnicos para las industrias locales, produciendo una falta de estudios sociales locales sistemáticos en el ámbito de la Universidad, pero sobre todo, produciendo una falta enorme de formación de jóvenes ligados por una memoria común en la que las luchas resaltadas por Gandolfo deben ser centrales.

En los dos primeros días de juicio, el pasado martes y miércoles, se produjo la lectura de los llamados requerimientos del fiscal. En la secuencia de los casos no sólo ha quedado clara la sistematicidad con la que se realizaban los secuestros, torturas y desapariciones, sino también el rol fundamental e indispensable jugado por el diario local La nueva provincia. Según consta en la causa, al modus operandi de la represión se le sumaba la producción de acontecimientos noticiosos en los que las muertes se “legalizaron”. En la lectura que da inicio al juicio se suceden los casos en los que los cuerpos son trasladados a una esquina en la que se simula un enfrentamiento entre los llamados “elementos subversivos” y las fuerzas del ejército. El círculo se completa con la participación necesaria del diario, donde se relataban los supuestos enfrentamientos en los que, luego del fuego cruzado y la resistencia de los “subversivos”, el personal del ejército lograba abatir a todos sin sufrir un solo rasguño. Las responsabilidades civiles deberán ser puestas sobre la mesa en un futuro no muy lejano. Es condición indispensable para la justicia, y sobre todo, es condición indispensable para la construcción de nuevos sujetos bahienses que nos permitan dejar de pensar en la ciudad del viento como una ciudad reaccionaria.

* bahiense, periodista, tesista de la Lic. en Comunicación, UBA.

Detalles sobre los juicios: http://thecuadernos.blogspot.com/2011/06/juicios-por-delitos-de-lesa-humanidad.html

Ni los perros

Ni los perros están acostumbrados a ver tal muchedumbre en Bahía Blanca. Apretada, bulliciosa, expectante. El frio de Julio se combate con organización, hace falta agolparse, juntarse. Ese frio que distancia todos los días, hoy sirve de excusa para ponerse hombro a hombro. En los bordes están los jóvenes, han llegado a esta calle tras incipientes militancias, custodiando al centro de una muchedumbre apretada, cartel en mano, que mira hacia la escalinata del edificio de la Universidad donde se lleva adelante el juicio, como hacia un escenario en el que el único show posible parece ser un gendarme intentando sacar un perro distraído.

Hoy comenzó en Bahía Blanca el juicio a 19 represores que actuaron durante la dictadura en el V Cuerpo del Ejército. Uno de ellos, Miguel Ángel García Moreno se profugó un día antes del comienzo del juicio. El proceso ya conoce de prófugos: el procesado Corres escapó de una comisaría local hace tres años, no sólo para escapar a la justicia sino para recordar que llegar a un juicio es el resultado de un proceso de intensas pujas: ida y venida de jueces, artilugios legales y prófugos.

8:15, dieciséis enchalecados policías custodian la entrada junto a una precaria valla sobre Colón 80. Hace mucho frio, la radio dice que 4 grados. Un hombre baja de su edificio y me pregunta de qué se trata, le digo que se juzgan a los represores de la última dictadura, parece aceptarlo sin interés y sigue su camino.

Los perros no entienden de qué se trata. Corren excitados entre la gente que ocupa el asfalto, sin comprender qué es este montón de personas: “¿es una amenaza, me darán de comer?”, imagino que piensan. En Bahía Blanca ni los perros están habituados a las manifestaciones. Bahía Blanca no tuvo ni tendrá piqueteros, no tiene amplias manifestaciones de movimientos sociales, pero sobre todo, no ha constituido una urdimbre de discursos que enlacen las pocas manifestaciones populares que existen. La distancia entre la cobertura mediática y una multitud dispara la perplejidad de los perros y vecinos. Un juicio contra represores en esta ciudad es la excepción que confirma la regla.

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